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jueves, 15 de noviembre de 2012

FLOR DE INVERNADERO






Ahora que me regalas tu risa,
¡tan linda! ¡tan preciosa! Sin prisa
la guardo grabada en mis sueños,
y la revivo siempre que puedo.

Me recuerdas aquel día,
que viniste de madrugada,
cuando mi regazo dolía;
cuando nadie te esperaba.

Cuando estaba en casa sola,
contigo en mis rincones.
Cuando creí que algo pasaba,
y aparecieron los temores.

Y antes de que rompiera el albor,
hendiste con fuerza tu refugio,
y mostraste tu rostro sin rubor.

Bello canto
tu llanto.

Mil besos te daría,
millones te habría dado…
pero te alejaron de mi lado
y pensé que allí moría.


Eras pequeño, menudo,
eras un niño prematuro…
Eras una luz para mi futuro,
eras una flor dulce y pequeña,
eras lo que toda madre sueña.

Nacía el universo entero,
me traías las estrellas,
para iluminar mi sendero;
con las flores más bellas.

Y como flor te pusieron,
en cajita de frágil cristal,
las inquietudes en mi nacieron:
pues dejabas de respirar.

¡Pero te aferraste a la vida!
que parecías, mi cielo,
de “El Principito” su rosa,
y de romperte tenía miedo.

Bello mito
tu grito.


“Te daría besos de flores”
- me dices, ahora tan dulce-
“Todas de lindos colores”
Y a mi tu voz me seduce.
Cariño mío,
acaricio tus futuros,
con mi deseo
de que no sean duros.

Pero en realidad iluminas tú mi sendero:
Mi amada flor de invernadero.


©Ana López 
Del libro "Rincones de Mujer"
    Noviembre 2006

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