a Daniel...
Se desnuda el hombre
ante lo grandioso,
con su espíritu inclinado
apela respuestas con su
mirada,
esa profunda y misteriosa.
Es el hombre que ha amado
hermoso, limpio, perfecto
tendido en el suelo calmado,
junto al mar
junto a un mar agotado
de su entrega al viento
El sol lo besa,
y la brisa lo acaricia
la roca lo enamora
y la arena lo goza.
Hallarás las respuestas
- lo sé-
y aún solo
no hay miedo,
ni soledad.
Quedan en la arena las
huellas desnudas
del hombre desnudo
Las huellas de tu pasado
y de tu aún dormido futuro;
marcando con tu alma las del
presente
donde el sol ilumina su
camino
siempre atendiendo al
horizonte
Y hará el amor a las dunas
de otras pieles doradas
-piernas que se cruzan y
descruzan-
no pudiendo evitar las
melodías
ni los trazos de la belleza.
En una simbiosis de pasión
donde no hay cabida al pudor
porque se confunden sinceras:
las olas de la arena con las
del mar
el azul del cielo con el del
agua,
espumas de sal con sabor a
miel
es donde las distancias se ladean
recortando las figuras
en juegos inocentes de luces…
Y ya, después del éxtasis
se calma la andadura que - aún
así-
prosigue en busca de las
dudas…
Continúa muchacho,
continúa
indagando entre las dunas
investigando a las olas,
tú desnudo
porque no dudes
ni un momento
que así
las respuestas llegarán solas.
Ana López
Octubre 2012