Percibí
que en los
campos no se me echaba de menos,
que tan vacía y
sola me sentí,
que en las
estrellas no había huecos
¿alguien
pregunto por mí?
Susurró el
viento mi nombre
escucharlo a fe
ciega
creí
mas me
equivocaba/ en mi hambre
de suponerme
amada en la siega
de los astros
me adormecí…
Desperté
sabiendo que no tengo más remedio,
a esta vida
tengo que querer
aunque mis
flores se marchiten en el tedio
y en la
recolecta la tenga que temer.
Siento que no me
has encontrado a faltar
y eso que en mi
cielo sólo pienso en ti
quizás pensabas
que no preparaba tu altar
para adorarte y
que dentro de mi mal, te mentí
era la reina de
bastos*
¿quizás te lo admití?
Qué vulgar y triste
pena
Qué exigente y
estricto
Yo ya llevo la
condena:
tú ya te crees
invicto
¡Y gritaré al
cielo que tú urdiste!
pediré por mi
nuevo reencuentro
buscaré donde me
perdiste
allá a los
mundos que ya no frecuento;
revisaré mis actos,
hallando el por qué
tú, nadie, preguntaba por mí.
©Ana López
Julio 2011
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