Asomaba
tímido el otoño
por un
pequeño rincón de arena,
se
imaginaba el día velado por la niebla,
y el mar
vestía colores hambrientos.
Un viejo
árbol muerto
descansaba
a los pies de la ladera.
Un tronco
sin vida en el que reposé
mis sueños
y deseos de tenerte,
llenando
de luz el horizonte.
Sujetando
mi vientre te acuné,
nos cantó
el mar con sus aguas preñadas,
girando
las olas sus entrañas de plata,
daban a
luz perlas sobre las rocas.
Y lloró el
mar pero no lo escuché
y desgarró
su seno pero no lo supe ver,
y anunció
tu partida pero yo, yo no quise saber.
Déjame que
te cuente
que ya no
estoy triste.
Que te
entrego mi adiós
con el
amor que en mí nació.
Déjame que
te diga
que aquel
rincón es tuyo,
que lleva
tu nombre mudo,
que la luz
que me diste un día
ya no se
puede apagar,
porque la
huella de mi renacer
ha de
alumbrar.
Y se
encargará tu mar
de
mecerte, de enseñarte
lo que yo
ya no te puedo dar.
Y lloró el mar pero no lo escuché
y desgarró
su seno pero no lo supe ver,
y anunció
tu partida pero yo,
yo no
quise saber.
3 de
Noviembre del 2005.
Ana López
Del libro: "Rincones de Mujer"
Del libro: "Rincones de Mujer"
Muy hermosas tus palabras,siempre.Enhorabuena por tu blog y tu libro,soy Ana(o Xana si prefieres)
ResponderEliminarUn abrazo de letras del alma...:)
Xana ¡amiga mía! es un auténtico placer tenerte por mi rinconcito ¡me alegra muchísimo!
EliminarY me alegro que te gusten mis palabras
Un abrazo sincero
ana