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lunes, 29 de octubre de 2012

AMANDO SIN MEDIDA, DESPUÉS RENDIDA





Hazme
                el amor
y déjame
 sumergida en tu calor,
y en tu piel, en tus poros y en
                          tu espacio,
mojada, para nadar despacio.
Navegando en humedades,
acallando necesidades,
acariciando intimidades;
explorando realidades:
tuyas y mías.
A esos lugares que
                   reservo,
          y me enervo.
Ámame como quieras,
sáciame encontrando:
¡pero déjame temblando!
     Déjame susurrarte,
                  suspirarte,
al oído intimidades.
Sin prisas ámame,
               gózame,
hiende los espacios;
libérame de estos lazos
que hay entre nosotros.
                       Ahora,
                      adora
los momentos.
Y luego abrázame,
             siénteme
en el descanso,
como si acabara
        el mundo,
quedando mudo
Como si el horizonte
 se perdiera,
desapareciera
en un mar
 lleno de silencios, quiéreme,
que necesito tu aliento.
Después de la locura,
cuando se calma la postura,
y queda todo sereno,
               sin veneno
sólo amor


Haz de mi cuerpo
 una caricia,
sin esa malicia
que tras la fuerza, relaja.
Necesito la paz
 y el descanso,
en tu remanso;
entre estremecimientos.
Que me recuerdan lo vivido,
y me sobrecogen el sentido.
Cariño, ámame como quieras,
                     vibrando,
¡pero déjame temblando!
Para después abrazar
 mi alma,
para después sostener
 la calma.
Sucumbiendo a la noche desmayada,
sobre nosotros su luna preñada
da a luz millones de estrellas,
para iluminar nuestro techo con ellas.
Y de nuestro amor
quedan de cansancio goteando,
parpadeando,
brillando.
Ámame de nuevo,
vida, como tu quieras.
Ámame,
¡pero déjame temblando!

©Ana López
Del libro "Rincones de Mujer"
Abril 2011

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