Hazme
el amor
y déjame
sumergida en tu calor,
y en tu piel, en tus poros y en
tu espacio,
mojada, para nadar despacio.
Navegando en humedades,
acallando necesidades,
acariciando intimidades;
explorando realidades:
tuyas y mías.
A esos lugares que
reservo,
y me enervo.
Ámame como quieras,
sáciame encontrando:
¡pero déjame temblando!
Déjame susurrarte,
suspirarte,
al oído intimidades.
Sin prisas ámame,
gózame,
hiende los espacios;
libérame de estos lazos
que hay entre nosotros.
Ahora,
adora
los momentos.
Y luego abrázame,
siénteme
en el descanso,
como si acabara
el mundo,
quedando mudo
Como si el horizonte
se perdiera,
desapareciera
en un mar
lleno de silencios, quiéreme,
que necesito tu aliento.
Después de la locura,
cuando se calma la postura,
y queda todo sereno,
sin veneno
sólo amor
Haz de mi cuerpo
una caricia,
sin esa malicia
que tras la fuerza, relaja.
Necesito la paz
y el descanso,
en tu remanso;
entre estremecimientos.
Que me recuerdan lo vivido,
y me sobrecogen el sentido.
Cariño, ámame como quieras,
vibrando,
¡pero déjame temblando!
Para después abrazar
mi alma,
para después sostener
la calma.
Sucumbiendo a la noche desmayada,
sobre nosotros su luna preñada
da a luz millones de estrellas,
para iluminar nuestro techo con ellas.
Y de nuestro amor
quedan de cansancio goteando,
parpadeando,
brillando.
Ámame de nuevo,
vida, como tu quieras.
Ámame,
¡pero déjame temblando!
©Ana López
Del libro "Rincones de Mujer"
Del libro "Rincones de Mujer"
Abril 2011
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